Por que los Masones no adoran a los chivos

Por Francisco Febres Cordero
Transcrito textualmente del libro “Cazuela de Verde”. Editorial Planeta. 1986.

Nuestras abuelitas nos decían, dulcemente: “hijito, evitarás siempre las malas compañías y huirás de los protestantes, de las mujeres malas y de los masones”.

Y nosotros prometíamos huir abuelita, le juro que yo sí he de ser bien bueno. Pero, de pronto, la vida nos enfrentó con cada uno de esos seres monstruosos. Y entonces descubrimos que nuestras abuelitas estaban equivocadas, pobrecitas: los protestantes resultaron, con el tiempo y el Concilio Vaticano II, nuestros hermanos separados; las mujeres malas, buenísimas, y los masones unos ciudadanos intachables. Perdonarán nomás abuelitas, pero así es la vida.

DEMORAN PORQUE ESTÁN PREPARANDO AL CHIVO

Miércoles por la noche. Hace un frío de páramo que invita a meterse a la cama con la bolsa de agua caliente. Sin embargo, la invitación a participar en una tenida blanca, tienta.

Congelado, llego al templo masónico que es una casa de tres pisos. Al frío se une una sensación de incertidumbre. ¿Entro? ¿No entro? ¡Al diablo! ¡Entro! Golpeo la que yo creo es la puerta principal.

Un señor me la abre y me dice que el ingreso no es por ahí sino por la puerta que va al subsuelo. Y yo, muchas gracias señor. Y busco la puerta que va al subsuelo. Y la encuentro. La puerta da a un pequeño pasadizo que desemboca en un salón grande en el que ya está reunida alguna gente que se frota las manos de frío. Y de los nervios. Reconozco a algunos. Saludo. Y en secreto le pregunto a uno que es amigo: ¿tu eres masón? Y el me dice que no, bestia, yo vengo por primera vez. Y yo le digo que yo también. Y los dos nos quedamos mirando con ojos de profanos. Y él me dice que por ahí está fulanito de tal. Preguntémosle. Le preguntamos. Y él nos dice que también es la primera vez. En el salón hay mujeres. Algunas mujeres. Comenzamos a hacer grupos y la charla va animándose. En eso viene uno que seguro que sí es y nos dice que esperemos, que la tenida va a comenzar en poco tiempo más.

¿Cómo están?, nos pregunta. Estamos muy bien, decimos, mintiendo un poco. ¿Hay como fumar? Claro, responde. ¿La tenida va a ser aquí?, averiguamos.

Nos dice que no. Que este es el salón de “Los pasos perdidos”, el área social del templo. Dice perdón, ya vuelvo. Y se va. Y nosotros nos quedamos pensando que qué lindo nombre el del salón.

En la pared del fondo hay un gran mural que representa la historia de la opresión y la liberación de los pueblos. Una mujer se queja de que en el mural no haya mujeres. Pero de pronto vemos que sí hay una escondida por ahí entre la multitud. Y la mujer de carne y hueso se tranquiliza.

Uno dice ¿por qué se demorará la ceremonia? Y otro dice que es porque están preparando el chivo para que nosotros le besemos el trasero.

– ¿No sabes que los masones besan el trasero a los chivos? – Sí, sí sabía. Y que también se comen la carne de los recién nacidos. – Y que son vampiros. – Yo por eso -dice un altote y fuertísimo- traje unos ajos aquí en el bolsillo. Vean. Y una crucita también traje, por si aca.

Todo el mundo está muy elegante. Los hombres con terno y corbata. Las mujeres, con vestidísimos, abriguísimos, pañuelísimos al cuello, aretísimos y perfumísimos.

– No te van a dejar entrar con ese blujin, me dice uno. – No importa porque arriba nos han de dar túnicas, dice otro para tranquilizarme. – No al contrario, dice otro. En el templo hay que estar desnudos. – ¿Las mujeres también?, pregunta una.

– Claro, decimos todos. Y cuando la cosa comenzaba a tener un cariz interesante, una voz anuncia que la tenida blanca va a comenzar. “Por favor, suban al templo”.

ENTRE EL AJEDREZ Y LOS TRIÁNGULOS

El templo es una sala rectangular de regular tamaño, que con dificultad da cabida a cien personas. Todas las luces posibles están encendidas. El piso es a cuadros negros y blancos, como un tablero de ajedrez. A los invitados nos hacen sentar en unas sillas colocadas en los espacios laterales. Identificamos a los iniciados por un delantal muy pequeño que ellos se han chantado.

En el centro del templo hay una ara sobre la cual están un libro y unos objetos rodeados por tres luces que forman un triángulo (¿equilátero?, ¿escaleno?, ¿ísósceles?, ¡Ay, la geografía!). Al fondo, una mesa y una silla en la que se sienta el señor que preside la reunión. Un poco más atrás hay más sillas para otros señores. A un lado de la pared la representación de la luna; al otro lado, el sol.
En la pared de atrás, dos columnas de madera que rematan en una cosa como pipa; bajo una de ellas duerme una piedra pulida; bajo la otra, una piedra sin pulir.

Al costado derecho, una mesa en forma de triángulo, con tres luces que forman también un triángulo; tras la mesa se sienta un fulano. Al fondo de la sala otra mesa igual con otro fulano.

El cielo raso está ornado con el dibujo de una cadena. Por ahí hay otros triángulos con una letra G en el medio. ¡Ay mamita, de gana vine!, pienso. ¡Qué solemnidad! ¡Esto parece primera comunión!

Todo el mundo está serísimo. Ni una tos. En eso, la voz del que preside la reunión retumba. ¡Qué susto! POCO A POCO SE VAN ACLARANDO LAS CARAS Y el que preside la reunión dice: “Se abren los trabajos de la reunión blanca en nombre de la sabiduría”. Y uno que está sentado detrás de la mesita triangular dice:”En nombre de la fuerza”. Y el otro que está sentado detrás de la otra mesita triangular dice: “En nombre de la belleza”.

Entonces el que preside la reunión dice: “Querido hermano primer vigilante, ¿podrías explicar qué es la masonería?”.

Y el querido hermano primer vigilante, que ha sido el uno de la mesita triangular, dice: “En el momento en que vivimos se ha transformado en un asunto difícil de precisar qué es la masonería, pues la visión que de ella tenemos depende de nuestra personal capacidad de entenderla y expresarla, venerable maestro” (así se ha llamado el que preside la reunión, venerable maestro, pienso. Ya por lo menos voy ubicando los cargos).

Entonces el venerable maestro dice: “Querido hermano segundo vigilante, ¿podrías arriesgar una definición?”.

Y el querido hermano segundo vigilante, que ha sido el otro de la mesita triangular, arriesga: “Nuestro gran maestro la ha definido como una actitud ante la vida; otros hermanos la llaman una escuela de todas las cosas, venerable maestro”.

Entonces habla el venerable maestro y dice una cosa de esta jaez: “Os puedo informar, distinguidas visitas, que nos reunimos en estos templos, privadamente, con el objeto de estudiar o resolver nuestros asuntos en la reserva y tranquilidad necesarias. También con las personas que respetamos y con nuestros familiares nos reunimos regularmente en estas tenidas o les hacemos llegar nuestros escritos”. Y enseguida pregunta: “Querido hermano primer vigilante, ¿cómo se puede ingresar a la orden?”. Primer vigilante: “Sólo por invitación, venerable maestro. Seleccionamos los candidatos exclusivamente por sus condiciones éticas. En nuestra logia generalmente presentamos personas afines en sus ideales con nuestros miembros”.

Venerable maestro: “Querido hermano segundo vigilante, ¿es difícil retirarse de la orden?”. Segundo Vigilante: “Cualquiera de nuestros hermanos es libre de irse de la institución cuando lo estime conveniente, venerable maestro”

Venerable maestro: “Nuestra institución trabaja, reservadamente, en la perfección de nosotros mismos y por la humanidad; buscamos intensamente la verdad, aunque sabemos que esa búsqueda es eterna; promovemos el conocimiento del hombre y de la sociedad en que vive; pretendemos alcanzar la fraternidad del género humano; luchamos por la justicia social y contra todo despotismo o dogma; instamos a nuestros hermanos a estudiar, pues sabemos que solo el conocimiento humano los alejará de los errores. Los masones podemos adherirnos a la creencia religiosa o a la corriente política que prefiramos, o no tener religión ni militancia política. Por lo anterior, pueden pertenecer a nuestra orden hermanos creyentes, ateos, agnósticos, librepensadores, siempre que estén dispuestos a confrontar sus ideas con franqueza, tolerancia y fraternidad. Querido hermano primer vigilante, ¿qué les exigimos a nuestros hermanos?”.

Primer vigilante: “El estudio de todas las ideas y el respeto por la opinión ajena. Confrontar todos los temas en el más alto nivel, exentos de prejuicios, dogmas o fanatismos”.

Venerable maestro: “Pasando a los temas simbólicos, podrías informamos, querido hermano primer vigilante, ¿qué es para nosotros el Gran Arquitecto del Universo?”.

Primer vigilante: “Somos buscadores, también, del principio regulador e infinito del Universo, pues nos gustaría poder explicar la causa primera de nuestra existencia. En este asunto, aceptamos a la razón humana como único medio de investigación pero respetamos el que cada cual adopte para explicárselo. Para superar lo que pudieran ser discusiones eternas y sin solución, hemos acordado una fórmula que a todos satisfaga: a este símbolo le denominamos Gran Arquitecto del Universo, venerable maestro”.

Venerable maestro: “Querido hermano segundo vigilante: ¿Qué significa el mandil que algunos llevamos en esta reunión?”.

Segundo vigilante: “Es nuestro único atuendo de logia. Sus formas y colores significan las obligaciones o grados en la evolución del trabajo masónico. En algunos casos, los cargos en el trabajo administrativo de la orden. Pero, fundamentalmente, es nuestro símbolo de trabajo, venerable maestro”.

Venerable maestro: “Como resumen de todo lo anterior, queda claro para nosotros que ninguno de los problemas que atañen al hombre nos deben ser ajenos, teniendo siempre a la vista los postulados básicos de libertad, igualdad y fraternidad. Cada uno de nosotros tiene la libertad para actuar en la vida conforme su mejor entender y ocupar el lugar que su conciencia ilustrada elija para concretar en hechos sociales los principios”.

LA MASONERÍA Y LA UNIVERSIDAD

Echando lente, vi que el libro que estaba en el atril era la Biblia. Y que junto a ella reposaban la escuadra y el compás. El venerable maestro le dijo al secretario (que estaba situado a su derecha) que leyera la correspondencia. Y el secretario, contentísimo, leyó: todos eran cablegramas y cartas de felicitación porque la logia Voltaire (así se llamaba nuestra anfitriona) celebraba sus tres años de vida. Pero no cantaron happy birthday ni nada porque los masones no son alienados.

Después, el venerable maestro le dijo a un hermano, ex venerable maestro del taller, que leyera el trabajo preparado para esa noche. Y él (un tipo jovencito y formalísimo con facha de que recién pasó la pubertad) leyó una ponencia muy inteligente que, entre otras cosas, decía: “La logia Voltaire es una pequeña organización de base de la orden masónica cuyo origen aún se discute, pero que ya se la identifica claramente en los gremios de constructores de catedrales de la Edad Media, a los que denominamos masonería operativa y que deviene en la masonería especulativa que se estructura, más o menos como hoy la conocemos, desde 1717 y cuyos objetivos son el perfeccionamiento del hombre y el perfeccionamiento de la humanidad”.

“La francmasonería es una escuela que forma a sus miembros para que ellos sean los ejecutores de los objetivos señalados”.

“Se podría afirmar que nuestra orden tiene su gemela en la universidad. En el medioevo europeo la una es una corporación de maestros y aprendices; la otra, de profesores y estudiantes; ambas son instituciones formadoras de hombres, ambas buscan la verdad, ambas aprecian la libertad, el pluralismo y la universalidad; las dos han evolucionado y lo siguen haciendo; las dos han analizado cuál debe ser su papel dentro de la sociedad y en los procesos de transformación social. Las dos, universidad y masonería, han formado hombres que han desempeñado papeles protagónicos en la sociedad, que incluso han logrado que ésta se convulsione y cambie”.

“Pero en la francmasonería, todos los conocimientos humanos son preocupación de cada uno de nosotros por toda la vida y teniendo presente que la teoría sólo cobra sentido en la acción”.

“En el transcurso de la historia de la humanidad, los masones se han identificado tanto con la conservación como con el cambio social. Muchos de ellos, antes de las revoluciones francesa y norteamericana, fueron propugnadores de las nuevas ideas; durante las mismas participaron activamente y después ceden lugar a los artistas, literatos y científicos”. “Se vuelven a encontrar masones precursores de ideas y formadores de líderes en hispanoamérica, antes de su independencia de España; prácticamente todos los directores de la guerra insurgente son hermanos y luego viene un largo período de inercia”. “En Ecuador, antes, durante y después de la revolución liberal se repite el mismo fenómeno”. “Y cabe la pregunta: ¿En qué momento nos encontramos los masones latinoamericanos y especialmente los ecuatorianos?”.

“Los fundadores de la Voltaire pensamos que en el momento de dejar de lado la inercia y empezar a sacudir toda la orden para que sus hombres, con su accionar, aceleren las necesarias transformaciones hacia una sociedad más libre, más igualitaria y más fraterna”.

EL POBRE CASI SE VA A SHUSHUFINDI

Daban unas tremendas ganas de aplaudir, pero los masones no aplauden porque eso da pie a la vanidad, a que uno hable por la recompensa del aplauso y olvide el contenido de la palabra. Sabios los masones. Hay que oír nomás calladitos las cosas que dicen. Así mismo, cada miembro puede hablar sólo una vez durante la reunión y, al hacerlo, debe emplear el menor tiempo posible. El venerable maestro explica que al hermano que acabó de leer su ponencia se le iba a imponer una presea por su amplia labor en la logia, pero que ésta no era una condecoración, aunque casi casi. Era un símbolo pitagórico o no sé qué como eso.

Le hizo parar al hermano entre las dos columnas del templo y le pinchó el símbolo. No le dolió porque el hermano estaba con saco y tenía solapas aunque no muy anchas, como se usan. Se abrazaron durísimo y el venerable maestro le ordenó que prestamente se dirigiera hacia el oriente.

Y yo pensé chuta, pobre hermano, se saca el aire en la logia y de premio le van a mandar a vivir a Shushufindi. Y cuando ya le imaginaba al hermano intelectual vestido con poncho de aguas y andando en mula, entendí que el oriente era sólo un sector del templo. ¡Qué alivio! Y allá se fue a sentar el hermano, humildísimo, a la diestra del venerable maestro.

FREGADAS LAS HEMBRITAS

Me acordé de los cómix de La Pequeña Lulú que leía en mi infancia: ahí, Toby tenía un club con un letrero que decía: “No se admite mujeres”. Los masones tampoco admiten mujeres. En eso, son iguales a Toby, pero menos gordos.

Por eso un hermano se acomodó el delantal, se paró y dijo, francote, “somos unos cerdos machistas”. Pero el venerable maestro explicó que la cuestión estaba cambiando, aunque lentamente porque la masonería -como es una institución tan antigua-, es muy tradicionalista. Que la prueba de ese cambio era que en esta tenida había mujeres invitadas y que funcionaba ya en la logia un movimiento femenino, paralelo al de la masonería. Y aseguró que más tarde o más temprano las hembritas podrían ser masonas, tal como eran ya en algunos países de América y Europa.

Mujeres, estarán atentas a este ofrecimiento. Verán. No se quedarán de a-mazonas.

QUE SUSTO PORQUE CASI HAY UN SABLAZO

Al terminar la reunión, el venerable maestro explica que iban a hacer circular los sacos de solidaridad para que allí se depositaran secretamente los valores destinados a las obras que los masones realizan en el mundo profano.

Y yo pensé chuta, ya vino el sablazo. Y me puse pálido porque no sabía cuánto era de dar. Y cuando estaba dispuesto a sacar el de a mil que tenía en la billetera como un tesoro, el venerable maestro dijo que la recolección se hacía sólo entre los iniciados y que los que no lo éramos no podíamos dar nada. Y yo -aliviadísimo- pensé, quien pierde.

Y los hermanos expertos cogieron unas bolsitas rojas y con ellas comenzaron a pasearse entre los otros hermanos que metían en la bolsa sin que nadie viera cuánto. Después, todas las bolsas fueron a parar donde el tesorero. Por último, el venerable maestro dijo: “No deseamos dejar la impresión que somos lo más selecto de la sociedad. Todo lo señalado en esta reunión es nuestra consciente aspiración. Somos humanos, nos equivocamos por nuestras imperfecciones. Muchas veces no tenemos la capacidad suficiente para llegar a límites superiores. Aspiramos a reconocer nuestros errores, tratamos de no repetirlos y remediamos lo que sea factible. Queridos hermanos, la reunión ha terminado. Muchas gracias”.

NOMBRES, NOMBRES

Ellos dicen que la masonería no tiene secretos de ninguna índole. Que solamente las reuniones se hacen privadamente como en cualquier institución.

Inclusive, un miembro de la masonería puede revelar libremente su condición de tal, aunque esté impedido de contar los nombres de sus hermanos. Y yo, como no soy chismoso, no les voy a cruzar a ustedes a quienes encontré como masones. No es que ellos me hayan dicho que no cuente, sino que me provoca dejarles esa tarea a ustedes. Para que hagan algo. Vagos.

DIVERSIDAD DENTRO DE LA UNIDAD

Para un masón con quien hablé, “la masonería es un espacio, un ámbito espiritual. Igual que ocurre con los espacios físicos, los espacios espirituales pueden ser utilizados de distinta manera. Las personas llegan a los ámbitos espirituales desde diversos sitios, buscando diferentes cosas, y el ámbito lo único que hace es prestar una ubicación adecuada para el hallazgo individual. En consecuencia, la masonería es algo diferente para cada francmasón y, al mismo tiempo, es algo que los masones construyen entre todos”.

“De ahí que la masonería sea una organización espiritual, no política. Cada individuo es diferente y esas diferencias son respetadas”.

Para los trabajos intelectuales de autoreflexión, cada logia es completamente autónoma. Para fines administrativos están reunidas en un cuerpo que las engloba y que se llama Gran Logia. Todos los miembros son elegidos democráticamente. Un francmasón puede cambiar de logia según las afinidades que encuentre.

Y por eso es que hay logias más izquierdosas que otras, más preocupadas en los problemas latinoamericanos; hay otras mas orientadas hacia asuntos de autoreflexión, de esoterismo, de meditación trascendental; otras que buscan una operatividad práctica y otras netamente filantrópicas.

ANTES LA CUESTIÓN ERA DISTINTA

En el Ecuador hay dos grandes logias: la de Guayaquil y la Equinoccial del Ecuador. Para ingresar a la orden no es que usted deba pararse a la puerta del templo y decir vea, haga entrar, no sea malito. No. Así no funciona la cosa. Así haga solicitud por escrito, no vale.

A usted primero, le tiene que proponer un iniciado, viendo que usted sea “un hombre recto, de buenas costumbres y de mentalidad libre capaz de aceptar el criterio ajeno”. No importa su posición económica, política ni social. La edad sí: mínimo 18 años. Entonces, si usted acepta, va a la logia y allí, por votación, se resuelve si entra o no.

Pero claro, eso es ahora. Antes la cosa era distinta. En el siglo 18, por ejemplo, sólo se aceptaba a los hombres libres: no a los esclavos. Sin embargo, hay que considerar que quienes lucharon por la abolición de la esclavitud fueron los masones. Valga eso como descargo.

Tampoco se admitía a los hombres con defectos físicos. Los masones tenían que ser completitos para poder defenderse de las persecuciones y, en último caso, hasta para echar la carrera.

Ahora, el único impedimento es el mental. Pero no se preocupe. Si usted es muy bruto no le han de proponer que entre. Si es loco, tampoco. Sólo si es inteligente, culto y de buenas costumbres corre el riesgo. Pero usted puede decir que no. Que no se interesa porque hace jogging. Tranquilo. Igual si usted ya es masón y quiere salirse. Se sale nomás. No le arrancan la lengua de raíz, ni le sepultan en la arena del mar ni nada. De gana tiene miedo. Pregunto:”¿Y el chivo que dizque adoran?, hasta ahora no asoma.

Se me ríe el masón. “Nosotros somos racionalistas”, dice. “Esos mitos han sido creados por la mala fe o la ignorancia. Predicamos el bien. No somos hombres de violencia. Buscamos la paz. Tratamos de que el hombre se haga cada día más virtuoso. Somos hombres de trabajo. No haga caso de las tonterías que le cuentan sobre nosotros. No haga caso”.

Bueno, entonces no hago.

ALTIBAJOS EN LA HISTORIA

Me dice otro masón que prácticamente todos quienes participaron en la emancipación política de América Latina fueron francmasones. Y esto se debe a una serie de hechos. Por ejemplo, la formación de la masonería contemporánea engendra como su primera gran acción la revolución francesa. El lema de la masonería (libertad, igualdad, fraternidad) data de 1717 y fue adoptado por la revolución francesa.

Es bien conocida la influencia que tuvo el pensamiento enciclopedista francés en la Declaración de los Derechos del Hombre. En los Estados Unidos, de los catorce generales que intervinieron en la independencia de ese país, trece fueron masones. George Washington incluido. Cuando se puso la primera piedra en el Capitolio, el acto fue típicamente masónico. El Parlamento es para el masón, el equivalente profano a la logia: un lugar de tolerancia donde el diálogo es el que determina las ideas, y no la fuerza o la violencia, y donde las resoluciones se adoptan por mayoría de votos.

En el conjunto de las fuerzas de la emancipación tiene una gran influencia la masonería, en parte por los conceptos internacionalistas y en parte por el hecho del secreto. El sistema masónico de las logias -que entonces se llamaron Lautarinas- ofrecía estas dos posibilidades. Las logias Lautarinas estaban obligadas a tener representantes en todos los pueblos de América en un solo cuerpo.

Se da la independencia. Bolívar muere. San Martín se marcha. Sucre es asesinado. Y los demás generales son capturados por las oligarquías locales.

Entonces hay un descenso en la actividad política de la masonería.

Pero a fines del siglo XIX vuelve a producirse un auge durante las luchas liberales. ¿Por qué? Porque la independencia no trajo consigo la implantación de una política liberal, no significó la implantación de un sistema donde la libertad, la igualdad y la fraternidad imperaran entre los pueblos. La emancipación política sólo trajo emparejada el cambio de dueño de las haciendas: de chapetón a criollo. Pero con el liberalismo vuelve a ocurrir el mismo proceso. El liberalismo, de partido montonero se convierte en un partido que detenta el poder. Y Eloy Alfaro termina en la hoguera.

“La masonería actual -dice otro masón- trata de avanzar un poco más en el interminable camino de la libertad, igualdad y fraternidad. Por ello hay un nuevo período de auge de la masonería, que busca cumplir el ideal de Bolívar: una América unida. De ahí que la operatividad práctica de la masonería sea de carácter trascendente y no coyuntural, de carácter estructural y no partidista. No nos interesa la coyuntura política. En ese sentido, tanto los partidos cuánto los regímenes pueden estar tranquilos”. Y nuestras abuelas también.

Noviembre 2 de 1986.